Odio soñar
contigo porque despierto cansada, porque vuelvo a sentir esa asfixia, esa
persecución, ese querer escapar a como de lugar y mientras dura el sueño estoy
segura de que estás ahí, que sigues ahí y una presión indescriptible invade mi
pecho.
En los
sueños también me lo quitas todo, también el sueño, me dejas con hambre y con sed,
con el deseo de ser libre.
En ese
lugar que no existe también quieres todo lo que es mío, mi cuerpo, mi mente,
mis cosas. Quieres tomarlo todo sin darme nada a cambio y vuelves a decirme que
esto no es un intercambio, un negocio, un equilibrio cincuenta, cincuenta
(aunque eso yo ya lo sé y de alguna forma lo supe siempre).
Veo tu
rostro en el sueño y sigues siendo hermoso, tu cuerpo sigue me sigue pareciendo
un lugar común, casi un refugio, en los sueños tengo que hacer un esfuerzo para
recordar las palabras torpes, los insultos, el castigo, la indiferencia, todo
lo que siempre estuvo más presente que tu cuerpo.
Despierto
sobresaltada, sin aire, con un agujero infinito en el pecho, sintiéndome en peligro, otra vez, queriendo escapar
para que no me encuentres nunca.
No me
sorprende que ahora me aferre a otras sonrisas, a miradas amables, a conversaciones
sin historia para sentirme segura, para alejarme de ti y de esos sueños por ahora.
Odio soñar
contigo porque es como si una puerta en mi alma se hubiera quedado abierta para que me quites el aire, la ilusión, las ganas de vivir.