El día que no existió desperté para esperarte,
llegaste en medio de la noche buscando mi pecho.
Me acosté a tu lado sintiendo tu respiración
(fue raro verte en mi cama),
esperando a que despiertes.
Sonreías, otra vez te reíste entre sueños,
pero cuando abriste los ojos estabas triste,
lloraste a mi lado, conmigo, no por mí,
aceptaste mi abrazo, también mis besos y volviste a dormir.
El día que no existió te observé buscando alguna razón para dejarte ir y no pude, me quedaron las ganas de escribir cuando volviste a despertar.
Buscamos juntos el bosque,
los rayos de sol,
me tomaste de la mano y te lo confesé todo.
Yo también lloré, contigo, por ti.
Me besaste, me abrazaste y seguimos caminando.
El día que no existió perseguimos el atardecer hasta que nos agarró la noche, encontramos luces y laberintos, bailamos.
Me deshice del miedo y te seguí para quedarme a tu lado,
fue como nunca y también como siempre,
como ese tiempo que dura poco,
que por eso es precioso y se extraña para siempre.
El día que no existió, no tuve miedo,
anochecimos y despertamos juntos otra vez,
nada cambió,
todavía me duele,
por eso me fui.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario