Son días de tener el corazón partido,
de estar y no estar,
de necesitar volver a casa.
De no entender las despedidas (sobre todo las definitivas)
y de pelear con a soledad.
Son días en los que la tristeza se esconde detrás de lo cotidiano
y sale por los ojos en el momento menos pensado.
Ojalá pase el pesar del alma, el cansancio del cuerpo,
la frecuencia de las lágrimas.
El mundo sigue girando en círculos
y esta vez no estás para preguntarte para qué sirve esta ausencia
qué hay más allá de la memoria,
de tu recuerdo.