lunes, noviembre 20, 2006

La Frontera





Te escribo desde el mismo instante en que me es imposible contener mi llanto.

Desde ese lugar que existe brevemente
entre el despertar y el recordar el sueño.

Desde aquí te llamo en silencio,
esperando, tal vez, descubrir tu secreto,
ver más allá de tus ojos,
sentir más allá de tus labios,
esperando poder abrazarte cuando yo quiera,
cuando yo lo necesite,
cuando yo te necesite.

Sin tener ningún derecho me atrevo a reclamarte
porque me niego a aprender a extrañarte.

No quiero extrañarte,
estoy cansada de fingir que soy fuerte,
de pretender una amnesia inexistente,
de hacer de cuenta que estoy lejos de todo
cuando jamás me he sentido tan sola.

Y por eso te escribo
refugiada en la ambigüedad de estas frases,
en mi condición demente,
en la urgencia de una respuesta.

Por eso te escribo desde el último segundo en el que habita mi esperanza.

Mara.

jueves, noviembre 09, 2006

Ilusión Perdida


Pensé que podía encontrarte yendo hacia atrás,
aferrándome a cualquier seguridad que alguna vez me diste.

Pensé que en verdad se había acabado la espera,
creí que habías vuelto para quedarte
y que el olvido ya no era necesario.

Pensé que aunque fuéramos diferentes
jamás dejaríamos de encontrar un espacio para los dos.

Pensé que mientras existiera mi ilusión todo era posible,
que sólo tenía que ser fuerte, ser paciente,
sólo tenía que ser fiel a mis motivos.

Pero me equivoque y la espera fue inútil.

Ya no supe qué pensar y no supe qué decir,
me quedé mirando cómo te alejabas y por fin comprendí la distancia,
ese espacio que existe entre la realidad y lo que yo sentía.

Pensé que alguna vez, por algún milagro
llegarías a ver dentro de mi y entenderías lo que no pude explicarte.

Pensé que era imposible estar sin ti,
aunque estar contigo fuera tan difícil.

Pensé que cuando me tocabas eras fiel a tus sentimientos,
que en esos momentos olvidabas tus pensamientos.

Pensé que era cuestión de tiempo,
el dejar de pensar en ti y empezar a sentirte en serio.

Pensé que llegaría un momento de absoluta desnudez,
de no necesitar buscar ningún recuerdo,
de no tener que volver al olvido.

Pensé que ese dolor sería pasajero,
y que esa confusión resultaría ser inútil.

Pensé que no necesitaríamos ninguna explicación,
que podrías llegar a ser mi alegría como fuiste mi tristeza.

Pensé que de cualquier manera
encontraríamos alguna forma de estar cerca.

Pero me equivoqué,
pensé demasiado y perdí mi ilusión
(esa parte de mí que nunca dejó de buscarte).

Mi Cuarto




Quisiera contarle a alguien,
sin que me pregunte,
la increíble tarde que pasé contigo.

Quisiera describir la luz del sol entrando por mi ventana,
la tarde amenazando con desaparecer reflejada en tu pecho,
en mi rostro sobre tu pecho,
en nuestra desnudez inadvertida.

Quisiera gritar y que se entienda el placer de ese momento,
todo en silencio.

Quisiera sentir el sabor de tus labios al cerrar los ojos,
quisiera describir tu olor
aunque prefiero que se quede en mi almohada,
sin explicar nada a nadie.

Quisiera tener tus manos en cualquier momento,
tener tu cuerpo en algún escondido lugar.

Quisiera depositar en tu cuello
todos los besos que me faltó darte,
acariciar tu espalda,
sentir tu respiración…

Pero no quisiera que sepas
que me dejaste con ganas de ti.

No quisiera que sepas
que a pesar de haberte tenido la tarde entera
quiero más de ti,
quiero tu cuerpo en cualquier momento
aunque todo tú sigas siendo un misterio
y este placer siga teniendo que ser un secreto.

Mara.

martes, noviembre 07, 2006

Salar


Fue tanta la culpa,
la sal sobre la herida
tanta la razón de mi sinrazón
tan cierta mi equivocación.

Fue tan grave la soledad,
tan oscura la noche
tan inmensa la distancia
tanto el alcohol.

Fue tan real tu ausencia
tan contundente mi humanidad,
tan absurda mi melancolía
tan crónica mi necesidad,
tan corto el verano.

Que no pude esperarte,
no pude serle fiel a tu fantasma,
no pude evitarme el desvarío.

Fue tan frío lo que quedó al haberte perdido
que me dejó acostada e inmóvil
sola sobre la culpa
y cubierta de sal.

Happiness is a warm gun


Ya que hoy no tomé mi pastilla de la felicidad creo que me merezco un buen trago de algo. Que me lo tome sola es lo de menos, eso no me convierte en una alcohólica. Tampoco tengo porqué darle explicaciones a nadie, a nadie le interesa saber que hoy volví de golpe a mi pasado y que tomando en cuenta quien era entonces puedo explicarme perfectamente todas las cosas que no soy ahora.

No soy una mujer enamorada, salvo algunas noches en las que el deseo me moja la entrepierna y decido enamorarme perdidamente de alguien por unas cuantas horas. Eso si, a penas sale el sol me desenamoro, es que ahora ya no soy tan valiente y resisto mucho menos el dolor.

No soy una mujer hermosa. Tengo cicatrices por todas partes, mi piel está cansada de tantos intentos y por nada del mundo he vuelto a brillar. Mi cuerpo se acaba en el hueco de mi cama, envenenado y enmohecido busca en vano su lugar en el olvido.

No soy madre, jamás me he creído capaz y mucho menos ahora. Si alguna vez tuve cualquier tipo de fe ahora la he perdido, o lo que es peor, no la recuerdo.

No quiero trascender, no quiero dejar ninguna huella, ojalá nadie intente descifrarme nunca, que nadie sienta esa necesidad, que no hayan motivos para ninguna necesidad, ya no.

No soy un ser productivo, a menos que se empiecen a tomar como bienes las palabras y los garabatos.

No tengo paz porque sigo viva o sigo viva porque no tengo paz.

Tampoco soy feliz, le tengo mucho miedo a ser feliz, ser feliz me hizo creer en muchas cosas que no existían, ser feliz me hizo pensar que no tenía límites, no quiero volver a ser feliz.

Estoy a punto de llorar y no se ni quiero saber porqué.

Por suerte nadie se ha dado cuenta, por suerte a nadie le importa.

Mara

Deseos inútiles


A mi olvido le falta voluntad. La verdad es que han pasado varios meses y yo sigo pensando en ti, procurando recordarte desde cualquier ángulo posible. Soy una adolescente de 35 años que sólo te ha visto un par de veces y que cruzó unas cuantas palabras contigo, alguna vez, y por alguna estúpida razón creo que eso me da derecho a invocar la pálida felicidad que me da tu recuerdo.

Confieso que se me ocurren mil maneras de volver a encontrarte, pero una de las desventajas de envejecer es que inevitablemente dejas de confiar en el destino. Por eso pienso en ir a buscarte y a pesar de que no se me ocurre qué te diría si te encontrara por cualquier motivo, me consuela la seguridad de saber que tu distancia es permanente y que en mí ya no hay ningún impulso que pueda llevarme hacia ti.

Tú eres un hombre de 21 años, enamorado del amor y del verbo amar, empecinado en creer en el lado alegre de la vida, por más pequeño, por más ausente que sea. Sin embargo estás plenamente conciente de la realidad, no sabes cómo envidio eso de ti. Cada vez que sonríes se que en verdad eres feliz.

Muchas veces yo sonrío solamente porque estoy nerviosa, porque en mi hay sentimientos muy alejados de esa sonrisa que no quiero explicar y no quiero expresarle a nadie. Sonrío cuando no quiero contestar una pregunta, no porque no sepa la respuesta, sino porque le tengo miedo, también cuando no tengo ganas de mentir o cuando me es totalmente indiferente lo que alguien acaba de decir. Pero desde que te conocí sonrío de verdad cuando vienes sin motivo y me hablas de cualquier cosa.

Ese tiempo que compartimos nunca es suficiente para que te diga todo lo que quisiera decirte. Siempre hay alguien que llega o que te pide que vuelvas a trabajar y me quedo con las palabras atravesándome la garganta.

De todas formas jamás te diría lo que siento, no tendría el valor. Claro que eso no impide que quiera conocerte más y que quiera que tu sepas un poco más de mi. No todo, sólo lo suficiente. También hay cosas que no quisiera que sepas nunca, todos tenemos nuestros secretos y yo he tenido tiempo de sobra para acumular unos cuantos.

Lo que más quisiera contarte es que a penas empiezo a vivir esta otra vida, la realidad, que hace tiempo algo me partió en dos como un rayo y todavía no he podido reconciliar esas dos partes que quedaron de mí. Que antes de eso no temía a nada ni a nadie, que sólo sabía amar en exceso, llorar en exceso y que sólo dejé de amor cuando el exceso no fue suficiente. Quisiera preguntarte si serías capaz de salvarme de este vacío, de sentir alguna cosa por lo que queda de mí. Quisiera saber porqué viniste tantas veces sin que yo te llamara, porqué me mirabas así, para qué me preguntaste tantas cosas, qué fue lo que pensaste cuando me viste llorar, ¿porqué cerraste la puerta sin decirme nada?.

Pero ya no importa, ya no puedes venir a buscarme y yo ya no podré contarte nada más. Si algún día nos encontramos en la calle, tal vez intercambiemos un saludo cordial pero nada más.

En algunos años quizá te vea de lejos y me cueste un poco reconocerte, quizá tu ni siquiera me reconozcas, después de todo, la de la ilusión fui yo, tu solamente pasaste por mi vida sin intención de quedarte, tu solamente fuiste quien eres y me conociste en el momento exacto en el que me hubiera gustado ser cualquier otra persona.

Mara.

Los extremos de esta soledad...

No se si te pasa cuando estas solo,
que de repente estas tan solo
que ya ni te das permiso de estar y empiezas a divagar,
empiezas a preguntarte,
si en el otro extremo de tu soledad
hay alguien así de solo.

No sientes, cuando estas tan solo,
que solo tu conoces esa soledad,
que es tan tuya que casi te acompaña,
no sientes un ángel,
soplándote en la cara,
diciéndote en lenguaje sordomudo e invisible,
que aunque no todo este bien,
alguien estará entre los paréntesis.

No sientes que en tus ojos duermen edades
y en tu corazón habita su espacio la duda.

No se si cuando estas solo todavía comprendes
lo infame que es esta soledad
y te lo pregunto porque yo,
cuando estoy sola,
dentro de toda mi desesperación,
te siento como nunca y te extraño como siempre.

Se me ocurre que a fuerza de silencios
hemos descubierto un lenguaje propio
y aún en la distancia hemos podido acompañarnos...

Aunque mis noches no sean las tuyas
y tus amaneceres no los vea yo,
tu y yo somos los extremos de una misma soledad.

(Mara)